lunes, 13 de junio de 2011

COMO CRECEMOS

Efesios 4:14-15 “14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”, “15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”.


Dios quiere que crezcas. La meta de nuestro Padre celestial es que maduremos y desarrollemos las características de Jesucristo. Lamentablemente, millones de cristianos envejecen pero nunca maduran. Están atascados en una infancia espiritual perpetua, permanecen en pañales y escarpines porque nunca tuvieron la intención de crecer.


El crecimiento espiritual no es automático. Requiere compromiso intencional. Debes desear crecer, decidir crecer, hacer un esfuerzo por crecer y persistir en el crecimiento. El discipulado, el proceso de convertirnos más semejantes a Cristo, siempre empieza con una decisión. Jesús nos llama y nosotros respondemos:


Mateo 9:9 “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió”.


Cuando los primeros discípulos decidieron seguir a Jesús, no entendieron todo el alcance de su decisión. Simplemente respondieron a la invitación del Maestro. Eso es lo único que se necesita para empezar: decidir convertirse en un discípulo.

Nada le da más forma a tu vida que los compromisos que asumas. Ellos pueden servir para tu desarrollo o destrucción, pero en ambos casos te definirán. Dime con qué estás comprometido, y te diré lo que serás en veinte años. Llegamos a ser lo que nos comprometemos a ser.
Llegado ese momento de compromiso, la mayoría de las personas pierden el propósito de Dios para sus vidas. Muchas temen comprometerse con algo o simplemente vagan sin rumbo por la vida. Otras, sin mucho entusiasmo se comprometen con valores incompatibles y acaban en la frustración y la mediocridad. Otras asumen un compromiso total con metas mundanas, tales como llegar a ser ricas o famosas, sólo para terminar defraudadas y amargadas.
Como todo lo que se elige hacer tiene consecuencias eternas, será mejor que elijas con sabiduría. Pedro advierte:


2°Pedro 3:11-12 “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!,12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios…”


El papel de Dios y el tuyo. Ser semejante a Cristo es el resultado de que tomes las mismas decisiones que él y depender de su Espíritu para ayudarte a cumplir con tus decisiones. En cuanto decidas con seriedad llegar a ser semejante a Cristo, deberás empezar a actuar de una manera nueva. Tendrás que abandonar algunas rutinas viejas, desarrollar hábitos nuevos y cambiar intencionalmente tu manera de pensar. Podrás estar seguro de que el Espíritu Santo te ayudará con tales cambios.


La Biblia dice: Filipenses 2:12-13 “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.


Este versículo muestra las dos partes del crecimiento espiritual: y
• El ocuparse es nuestra responsabilidad.
• Y el producir es el papel que desempeña Dios.


El crecimiento espiritual es un esfuerzo de colaboración entre nosotros y el Espíritu Santo. El Espíritu Santo de Dios trabaja con y en nosotros. (No solamente con nosotros, sino también en nosotros).

Este versículo, escrito para los creyentes, no se refiere a cómo ser salvos sino a como crecer. No dice trabajen u ocúpense para su salvación, porque no se puede agregar nada a lo que Jesús ya hizo. Durante un entrenamiento físico trabajamos realizando ejercicios físicos para desarrollar el cuerpo, no para conseguir el cuerpo.


Cambia tu piloto automático. Para cambiar tu vida debes cambiar tu manera de pensar. Detrás de todo lo que haces hay pensamientos. Toda conducta es motivada por una creencia y toda acción es incitada por una actitud. Dios reveló esto miles de años antes de que los psicólogos lo entendieran: “Tengan cuidado de cómo piensan; la vida es modelada por sus pensamientos” dice:
Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”. Proverbios 23:7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él…”


Cuando dices: me obligaré a comer menos… haré ejercicios… dejaré de ser desorganizado y de ser impuntual estas tratando de cambiar tu vida a fuerza de voluntad. Y si tu fuerza de voluntad puede producir un cambio a corto plazo, pero crea una tensión interior constante porque no has tratado la causa desde su raíz. El cambio no se siente como algo natural, así que finalmente te rendirás, abandonarás la dieta, y dejarás de hacer ejercicios. Rápidamente volverás a tus viejos patrones.


Hay una mejor y más fácil manera. Cambia el piloto automático: tu manera de pensar. La Biblia dice: Dejen que Dios los transforme en una nueva persona, cambiando su manera de pensar. El cambio siempre comienza en la mente.


La manera en que pienses determinará cómo te sientes, y cómo te sientes influirá en cómo actúas. Pablo dijo: “Debe haber una renovación espiritual de sus pensamientos y actitudes”.
Dice: Efesios 4:22-24 “22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.


Para ser como Cristo debes desarrollar en ti su mente. El Nuevo testamento llama a este cambio mental arrepentimiento, que en griego literalmente significa cambiar tu mentalidad. Te arrepientes siempre que cambias tu manera de pensar y adoptas la manera de pensar de Dios: con respecto a ti mismo, al pecado, a Dios, a otras personas, a la vida, al futuro, y a todo lo demás. Asumes la actitud de Cristo y su perspectiva.


Se nos manda que pensemos “del mismo modo en que pensaba Jesús”, dice: Filipenses 2:5 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.
Este mandamiento tiene dos facetas.
o La primera faceta de este cambio mental consiste en dejar los pensamientos inmaduros, que son egoístas.

La Biblia dice: en 1°Corintios 14:20 “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar”.
Los niños son por naturaleza completamente egoístas. Sólo piensan en sí mismos y en sus propias necesidades. Son incapaces de dar, sólo pueden recibir. Tienen una manera de pensar inmadura.


La Biblia dice que esta manera egoísta de pensar es el origen de conductas pecaminosas: “Los que viven siguiendo sus egos sólo piensan en las cosas que su ego pecaminoso desea” en Romanos 8:5 “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”.

• La segunda faceta para pensar como Jesús consiste en que empieces a meditar con madurez, enfocándose en otros, no en ti mismo. En su gran capítulo sobre el amor verdadero, Pablo concluyo que pensar en los demás era la señal de madurez:
1Corintios 13:11 “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”

En la actualidad, muchos suponen que la madurez espiritual se mide por la cantidad de información bíblica y doctrina que uno sepa. Si bien el conocimiento es una medida de la madurez, no es todo lo que se necesita. La vida cristiana es mucho más que credos y convicciones, incluye conducta y carácter. Nuestros hechos deben ser congruentes con nuestros credos, y nuestras creencias deben ser respaldadas con una conducta semejante a la de Cristo.


El cristianismo no es una religión, ni una filosofía, sino una relación y un estilo de vida. El centro de ese estilo de vida es pensar en los demás, como lo hizo Jesús, en lugar de pensar en nosotros mismos. La Biblia dice: Romanos 15:2-3 “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. 2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. 3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo…”


Afortunadamente tenemos ayuda: “Dios nos ha dado su Espíritu. Por eso nosotros no pensamos igual que las personas de este mundo”
Dice: 1°Corintios 2:12 “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”

Romanos 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.




1 comentario:

  1. Leonardo González7 de julio de 2011, 11:46

    Gracias por esta y cada una de las enseñanzas que nos comparten, nos ayudan a crecer en espíritu y sabiduría y a tener siempre palabra de Dios en nuestra boca. Gracias Andy y Martín!!! Muchas bendiciones para ustedes, para Larita y para el bebito.

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