martes, 16 de abril de 2013

¿ESTÁS INMOVIL EN LA PUERTA?

Nota publicada por Carlos Roca del Equipo de Líderes Pastorales de MCN
 
(Hechos 3:1-10)  Curación de un cojo”
 1  Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
2  Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
3  Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.
4  Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
5  Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
6  Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
7  Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
8  y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
9  Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
10  Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

 INTRODUCCIÓN

Este hombre cojo era puesto cada día en la puerta del templo, un lugar que por su belleza era llamada ¡La Hermosa! Si un hombre tiene un horrible y feo problema, es de muy poca importancia estar en medio de un lugar bello. Una persona con un problema feo, tiene muy poca posibilidad de disfrutar o apreciar lo bello a su alrededor.
 Pero no sólo eso, hay que notar que este hombre vivía en la Tierra Prometida. Sin embargo, tenía muy poca capacidad para recibir la plenitud de las promesas que otros estaban recibiendo. Por el hecho de ser cojo, no le era permitido entrar en el templo. De acuerdo a la Ley, su condición lo hacía inútil para participar de los rituales junto a hombres sanos y sin incapacidad.

Hay muchos hombres que están por llegar al lugar correcto donde deben estar, pero no han llegado allí  precisamente. Ellos están lo suficientemente cerca de la iglesia para saber lo que está ocurriendo, para saber quién es quién, y qué está siendo predicado, pero no participan en el cuerpo de Cristo para poder experimentar y gozar la plenitud del poder y la provisión de Dios en sus vida.
Están inmóviles en la puerta.

Algunos de ellos incluso saben cuando arrodillarse y cuando levantar las manos. Conocen las alabanzas y saben con exactitud cuándo empieza y termina el culto. Han escuchado tantos llamados al altar que difícilmente pueden recordar cuántos han sido. Conocen el protocolo. Participan de todo ritual de la iglesia al paso y manteniendo la distancia…  pero nunca penetran hasta el lugar donde pueden recibir la bendición de Dios.
¿Qué los mantiene inmóvil en la puerta?  Su actitud.

Ellos toman la misma actitud que tienen ante el mundo, una actitud que dice “Estoy en estas condiciones porque nadie quiere ayudarme a llegar al lugar de bendición”
Ellos traen sus mentes sin renovar a la iglesia. Esperan que la iglesia los cambie y haga por ellos lo mismo que esperan de sus jefes, o del gobierno o de los trabajadores sociales. Que otros cambien el mundo donde ellos viven y les provean de todo.

Ahora bien, no es necesario ser pobre o financieramente desprovisto para tener este espíritu. Puedes ser rico, y aún así echarle la culpa por tus problemas a alguien que según tu criterio, está fallando en hacer por ti lo que crees que debiera estar haciendo. Puedes ser el propietario de un negocio muy próspero, y permanecer en una actitud de queja, culpando a tus empleados o tus competidores al margen del éxito que tú crees que debieras tener. Puedes ser el Líder de una iglesia y tener una actitud similar culpando a los miembros de tu iglesia por no apreciarte en la manera que piensas que debieran hacerlo.
La peor actitud en el mundo, es una actitud de queja con respecto a Dios; que tú esperas que alguien te provea aquello que solamente Dios puede proveerte, y entonces culpas a otra persona o grupo de gente por fallarte y causar tu fallo.

Sólo Dios puede ser tu Fuente y tu Recurso. Y nadie, aparte de tú, puede colocarte en una relación correcta con Dios.
Si hoy te encuentras inmóvil en la puerta, por causa de tu mala actitud, ¡cambia esa actitud! Entra al lugar donde puedes recibir la bendición de Dios para ti mismo… directamente de Dios.

 VEAMOS LA CURACIÓN DEL COJO

I – CUATRO CONDICIONES TRISTES DEL COJO
1.        Así había nacido. Jamás había andado, así nacemos.
       Salmos 51:5  He aquí, en maldad he sido formado,  Y en pecado me concibió mi madre.
2.        Así era traído, no solo cojo sino impotente, paralizado.
3.        Indigente, reducido a pedir limosna, dependía de los demás.
4.        Su posición a la puerta del templo, otros entraban; él quedaba fuera.

Hora novena: era la del sacrificio, recuerda la cruz.
Marcos 15:34Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Es un cuadro del hombre pecador, nuestra suprema necesidad.

II – DOS MIRADAS SIGNIFICATIVAS
Pedro y Juan vieron lo que fue, lo que era y lo que sería; ¡pobre!

El cojo obedecía, mirando atento si caía algo de su mano.
Mira y verás que no somos diferentes a otros. Sólo creyentes.

Mira y verás que no poseemos riquezas humanas.
Mira y verás que tenemos buena voluntad y simpatía por ti.

Mira y verás que poseemos riquezas de una fe invencible.

III – DOS DADIVAS EN CONTRASTE
Este cojo esperaba ayuda material (momentánea)  y recibió la permanente.

La plata y el oro son útiles, pero no lo pueden todo.

 Proverbios 18:11” Las riquezas del rico son su ciudad fortificada,  Y como un muro alto en su imaginación”.

Salmo 49:6-7  Los que confían en sus bienes,  Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan”, 7 “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,  Ni dar a Dios su rescate”

 ¿Qué tenían? Sólo un NOMBRE que no lo guardarían para ellos.

Pedro y Juan no tenían dinero, pero eran ricos en fe.
                                                  
Ezequiel 7:19 (Habla del fin)  “Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; no saciarán su alma, ni llenarán sus entrañas, porque ha sido tropiezo para su maldad”.  

Nombre despreciado que Pilato puso en la cruz. Es una fortuna.

IV – LA TRIPLE SALUD DEL COJO
1.           Salud personal (cuerpo): afirmados sus pies (v.7)

 Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

 2.           Testimonio de su salud (alma): (las emociones), saltar no era necesario, no pudo evitarlo.

 3.           Salud espiritual: alabando a Dios (v.8). Por sus medios.

 Hebreos 10:19  Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,