A veces, nosotros, no empleamos la palabra
"conocimiento" adecuadamente, ya que pensamos que conocer de la
existencia de alguien y conocer a alguien directamente es el mismo concepto;
pero la realidad es muy distinta a lo que creemos. Por ejemplo, escuchamos
mencionar el nombre de algún actor reconocido en el mundo entero y decimos que
le conocemos solo porque reconocemos su nombre o hemos visto varias de sus
películas; sin embargo, la realidad es que solo conocemos de su existencia pero
no a la persona directamente por lo que realmente no podemos decir que lo
conocemos.
Ahora bien, en nuestra vida espiritual podemos
llegar a pensar que conocemos a Dios solo porque hemos estado congregándonos
por muchos años, recibiendo la palabra de Dios, sirviendo incluso al Señor; sin
embargo, existe la posibilidad de que solo conozcamos de Dios y no a Dios.
LBLA 1 Samuel 2: 12 Los hijos de Elí eran hombres indignos; no conocían al Señor.
La Biblia nos enseña que Elí era un sumo sacerdote
entre el pueblo de Dios; él era un hombre religioso; el cual conocía los
misterios de la casa de Dios y por ser el sacerdote, era el único que tenía
derecho de entrar al Lugar Santísimo una vez al año. Vemos que Elí había tenido
hijos biológicos; sin embargo, aunque Eli era el sumo sacerdote, la Escritura
dice que los hijos de Elí, no conocían al Señor; es decir, ellos habían crecido
en una casa sacerdotal en donde el trabajo de su padre era ejercer su
sacerdocio espiritual, por lo que ellos sí tenían conocimiento de Dios, pero a
pesar de ese conocimiento, nunca llegaron a conocer a Dios.
Esto nos deja ver que aunque asistamos a la
iglesia semanalmente, le sirvamos al Señor, seamos personas espirituales e
hijos de Dios; esto no nos garantiza que nuestros hijos conozcan al Señor, pero
tampoco nos garantiza que nosotros le conozcamos a Él.
Elí, siendo sacerdote y teniendo la
responsabilidad de enseñarle al pueblo la ley de Dios; vemos claramente que él
no se la enseñó a sus propios hijos; no les evangelizo ni instruyo en el camino
correcto, por lo que sus hijos conocían de Dios pero no habían tenido una
experiencia con El; por lo tanto, no conocían al Señor. De igual manera, puede
estar sucediendo en nuestras casas por lo que debemos examinar si estamos velando
nuestro campamento e instruyendo a nuestros hijos en la sana doctrina, como el
Señor nos lo manda. Tenemos la responsabilidad de conducir a nuestros hijos a
que conozcan al Señor y no solamente que conozcan de Él.
LBLA 1 Samuel 2:17 El pecado de los jóvenes era muy grande delante del Señor, porque los
hombres menospreciaban la ofrenda del Señor.
Una de las maneras en las que se evidencia que
no se conoce al Señor es si la persona menosprecia las ofrendas, como vemos se
describe en el versículo anterior cuando dice que los hijos de Eli
menospreciaban la misma.
No basta con ser el hijo de un ministro para
considerar que por eso ya conocemos al Señor, el conocerle es una experiencia
personal.
LBLA Jueces 2:10 También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó
otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra que Él
había hecho por Israel.
Cuando vamos al contexto de este pasaje bíblico
vemos que el pueblo de Israel, el cual en su peregrinar por el desierto pudo
experimentar las maravillas y el poder de Dios; un pueblo que fue alimentado
por Dios y al cual el Señor les entregó naciones numerosas y les dio la
victoria sobre los gigantes que habitaban la tierra; ellos olvidaron la
instrucción que Dios les dio a través de Moisés; al decirles que debían
enseñarles a sus hijos y a los hijos de sus hijos todo lo que habían visto
desde que salieron de Egipto y contarles a sus generaciones como Dios los había
librado de Faraón. Ellos no pasaron la estafeta a sus generaciones por lo que
ahora vemos que esta nueva generación que se levantó, no conocía al Señor.
Hoy día, hay naciones enteras que tuvieron
avivamientos impresionantes, naciones que se llamaban y se consideraban
cristianas y que ahora hay mayor número de ateos que de cristianos, ¿por qué
sucede así?, porque ellos no instruyeron ni trasladaron el conocimiento hacia
Dios a sus generaciones.
LBLA Jueces 2:11-12 Entonces los hijos de
Israel hicieron lo malo ante los ojos del Señor y sirvieron a los baales, y
abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra
de Egipto, y siguieron a otros dioses de entre los dioses de los pueblos que
estaban a su derredor; se postraron ante ellos y provocaron a ira al Señor.
Una de las consecuencias de no llegar a conocer
a Dios es que se corre el peligro de estar haciendo lo malo delante del Señor y
terminar sirviendo a otros dioses o caer en apostasía.
LBLA Isaías 1:3 El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no
conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.
Lo sucedido al pueblo de Israel es sombra y
figura para nosotros, la iglesia de Cristo y vemos que ellos no conocían al
Señor, que no tenían entendimiento; por lo que nosotros debemos examinar
nuestro interior y ver si nosotros estamos cayendo en este mismo error en el
que ellos cayeron o si realmente estamos procurando conocer al Señor en una
búsqueda genuina e intimando con El.
NTV Isaías 1:3 Hasta un buey conoce a su dueño, y un burro reconoce los cuidados de su
amo, pero Israel no conoce a su amo. Mi pueblo no reconoce mis cuidados a su
favor.
El pueblo de Israel recibió leyes y mandamientos
de parte de Dios de una manera sobrenatural; pues cuando Moisés subió al monte
y el Señor le entregó las leyes fue el mismo Dedo de Dios quien escribió en
tablas de piedra. La Escritura dice que el Espíritu Santo es el Dedo de Dios;
sin embargo, a pesar de esa experiencia sobrenatural y tan gloriosa, aquel
pueblo no conoció a su Dios.
Considerando lo que vimos de Elí, vemos que no
basta con ser hijos o descendientes de un ministro o sacerdote espiritual para
conocer a Dios; no basta haber sido antecedido por una generación que vio la
gloria de Dios y conoció un avivamiento poderoso; sino que para llegar a
conocer a Dios debemos sumergirnos en Su presencia y permanecer en una total y
continua búsqueda de Su rostro en intimidad.
LBLA Jeremías 4:22 Porque mi pueblo es necio, no me conoce; hijos torpes son, no son
inteligentes. Astutos son para hacer el mal, pero hacer el bien no saben.
Es Dios quien a través de Su siervo Jeremías
está hablando y está diciendo que Su pueblo es necio y no le conocen. Ellos
eran astutos para hacer el mal y no podían hacer el bien porque no conocían a
Dios; es decir que el que no conoce a Dios, no va a poder hacer el bien. Este
es un principio en la Palabra de Dios y es que para que nosotros aprendamos a
hacer el bien tenemos que conocer a Dios.
LBLA Jeremías 2:8 Los sacerdotes no dijeron: "¿Dónde está el Señor?" Los que se
ocupaban de la ley no me conocieron, los gobernantes se rebelaron contra mí, y
los profetas profetizaban por Baal, y andaban tras cosas que no aprovechan.
La degradación de este pueblo comenzó en no
conocer al Señor y las consecuencias de su falta de conocimiento, dice la
Biblia que fueron:
-Se rebelaron contra el Señor
-Profetizaban por Baal
-Andaban tras cosas que no aprovechan
-Profetizaban por Baal
-Andaban tras cosas que no aprovechan
En este pasaje bíblico ya no se nos está
hablando acerca de los hijos de los sacerdotes, ni de la generación que debía
recibir como herencia o legado un ministerio sacerdotal; sino que está hablando
directamente de los que se ocupaban de la ley de Dios; es decir, de los
maestros de la ley; los cuales a pesar de tener un alto nivel de conocimiento
de la ley de Dios; ellos no llegaron a conocer al Señor.
Una de las funciones sacerdotales era enseñarle
la ley al pueblo de Dios, estamos hablando de los maestros de la ley. Si
nosotros vamos sumando los sinónimos de este pasaje, podemos considerar que
está hablando de expertos en la ley, en la palabra de Dios; doctores, gente que
se especializó en el conocimiento de la Palabra de Dios; gente que tenía la
habilidad de parte de Dios para poder interpretar la Palabra del Señor. Dios
dice que aún ellos, los expertos, no lo conocieron. Entonces no basta conocer,
ni ser el hijo del sumo sacerdote; no basta con ser una generación que fue
precedida por una generación que vio la gloria de Dios; no basta con llamarnos
pueblo de Dios y no basta con que seamos expertos en el manejo de la Escritura,
pues pese a tener todo esto puede ser que aún no le conozcamos a Él.
El Señor está haciendo una comparación entre lo
mejor y lo excelente, porque es bueno conocer la Palabra de Dios, Su ley, Sus
mandamientos, Su Escritura; pero mejor es que le conozcamos a Él, quien fue el
que dio esos mandamientos, esos decretos.
Sigamos conociendo, aprendiendo, estudiando,
esforcémonos en avanzar en el conocimiento de la doctrina de la Palabra, pero
consideremos que existe un conocimiento que es mayor, que es el conocer a Dios.
La palabra conocer es sinónimo de intimidad, la escritura dice: "y conoció
Adán a Eva su mujer y ella concibió". Cuando dice que conoció a Eva no
está hablando de algo superficial, allí está hablando de una intimidad. El
Señor está animándonos, exhortándonos a que le conozcamos y que tengamos
intimidad con Él y le conozcamos.
El Señor nos quiere llevar a una dimensión mayor
de conocimiento y es llegar a conocerle a Él. El Apóstol Pablo dijo: "yo
anhelo llegar a conocerle a Él" y ciertamente ya lo conocía en parte, pero
sabía que había más conocimiento del Señor y dijo: "el conocimiento que
tengo del Señor hasta ahora ha sido glorioso ha impactado mi vida" pero no
se quería conformar, quería conocerle aún más.
LBLA Juan 14:9 Jesús le dijo*: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me
conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú:
"Muéstranos al Padre"?
El tiempo que llevemos en el evangelio no define
cuánto conocemos a Dios, es decir, no podemos jactarnos de eso, porque el hecho
que tengamos 20, 30, 50 años de ser cristianos no es la garantía para decir
cuánto conocemos a Dios; debido al tiempo que llevemos de congregarnos y
nuestra diligencia en estudiar las Escrituras podemos decir que tenemos
bastante conocimiento de Dios pero esto no significa que le conozcamos a Él.
LBLA Jeremías 9:23-24 Así dice el Señor: No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el
poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; mas el que se gloríe,
gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el Señor que hago
misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me
complazco —declara el Señor.
El Señor está hablando de tres clases de
personas: Sabios, fuertes y ricos. El Señor dice quien tenga esas
características que no se gloríe de eso, es bueno ser fuerte, poderoso, rico,
pero no deben gloriarse de eso. Si nos queremos gloriar que sea porque le
conocemos a Él, pues es mejor que la riqueza, que el poder y que la sabiduría.
No nos gloriemos de nuestro título, nuestra carrera, nuestro apellido;
gloriémonos en que conocemos a un Dios vivo, poderoso, verdadero, grande;
gloriémonos que tenemos comunión, relación, experiencias continuas con El.
Uno de los caminos para llegar a conocer a Dios
es por medio de pruebas, sufrimientos, padecimientos, ese es el camino
doloroso.
TLA Job 42:5 Lo que antes sabía de ti era lo que me habían contado, pero ahora mis
ojos te han visto, y he llegado a conocerte.
Lo que Job está diciendo en este pasaje bíblico
es que antes de experimentar el trato de Dios para con su vida, él tenía
conocimiento de Dios; es decir, antes él sabía quién era Dios, pero ahora
conocía a Dios, la aflicción que tocó su vida le hizo tener un encuentro íntimo
y personal con Dios que lo condujo a conocerlo a Él.
Algunas veces para poder conocer al Señor hay
que perder algo, o experimentar situaciones que traerán mucha angustia y
sufrimiento a nuestras vidas. Sin embargo cuando estamos perdiendo no nos damos
cuenta que estamos ganando porque a veces lo que perdemos es el estorbo, el
Señor está quitando el obstáculo, está quitando de nuestra vida aquello que
impedía que le conociéramos y ahora que aquellas cosas ya no están, es más
fácil llegar delante de Él, clamar, llorar delante de Él, es más fácil
humillarse y decirle a un hermano que ore por nosotros y ese dolor, ese
sufrimiento, esas lágrimas nos conducen a conocer a Dios. Pero no nos quedemos
allí, porque la Escritura dice que podrá durar toda la noche la tristeza, pero
al amanecer habrá gritos de alegría. Y esa alegría brotará de alguien que
mientras lloraba tuvo un encuentro con Dios. Diremos como David: "qué
bueno me fue haber sido humillado" de alguna manera su conocimiento de
Dios había sido cambiado.
Si hemos escuchado que el Señor ha hecho cosas
grandes y maravillosas con otras personas, gocémonos, pero digámosle que le
queremos conocer, que queremos vivir en carne lo que hemos escuchado, leído,
aprendido acerca de Él. Que así como sanó a los enfermos, liberó a los
cautivos, multiplicó el aceite de la viuda, Él también lo puede hacer con
nosotros, el mismo Dios que está en las Escrituras, que abrió el Mar Rojo,
haciendo cosas extraordinarias, es el Dios que queremos conocer, no nos
conformemos con lo que nos han dicho, busquemos conocerlo a Él.
La Biblia nos deja ver que hay tres formas para
determinar si nosotros verdaderamente conocemos a Dios, y son las siguientes:
-El amor:
LBLA 1 Juan 4:7-8 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que
ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque
Dios es amor.
Una persona que no ama a su prójimo no ha
conocido a Dios; el Apóstol Juan enseña que nadie puede decir que ama a Dios al
que no ve, si no ama al hermano a quien si puede ver. El amor que profesemos
por nuestro prójimo es un termómetro para saber cuánto conocemos a Dios.
-La obediencia
LBLA 1 Juan 2:3-4 Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus
mandamientos. El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus
mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él;
Quiere decir que algunos dicen que han llegado a
conocerle pero no guardan sus mandamientos y a ellos el Apóstol del amor les
dice mentirosos. Quien no conoce a Dios no puede diezmar ni guardar los
mandamientos del Señor.
-La santidad
LBLA 1 Juan 3:6 Todo el que permanece en El, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni
le ha conocido.
Cuando venimos a los pies de Cristo y le
recibimos como nuestro Señor y Salvador; se da inicio en nosotros el proceso de
conocer de Dios y a Dios. Este conocimiento es evolutivo y en la medida que
nuestro conocimiento de Dios va creciendo en nosotros dejaremos de pecar;
mientras más conozcamos a Dios menos pecaremos, hasta que un día esté completo
ese conocimiento y ya no volvamos a pecar más.
LBLA Oseas 6:2-3 Nos dará vida después de dos días, al tercer día nos levantará y
viviremos delante de Él. Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al Señor.
Su salida es tan cierta como la aurora, y El vendrá a nosotros como la lluvia,
como la lluvia de primavera que riega la tierra.
BMN Oseas 6:2-3 Nos dará vida después de dos días, el tercer día nos levantará y
viviremos delante de Él, Esforcémonos en conocer al Señor; es cierta como la
aurora su venida, vendrá a nosotros como viene la lluvia, como la lluvia de
primavera que fecunda la tierra.
Su venida es verdadera, está cercana, por lo
tanto, como El viene pronto esforcémonos en conocerlo.
LBLA Éxodo 33:13 Ahora pues, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que me hagas
conocer tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante tus ojos.
Considera también que esta nación es tu pueblo.
Moisés le está diciendo al Señor que quiere
llegar a conocerle; pero aún más allá de lo que ya le conocía; y entendió que
para llegar a conocer al Señor debe conocer Sus caminos.
LBLA Salmos 103:7 A Moisés dio a conocer sus caminos, y a los hijos de Israel sus obras.
El Señor le concedió a Moisés el conocer Sus
caminos, por lo tanto podemos decir que Moisés llegó a conocer al Señor, ese
debe ser el anhelo de nuestro corazón.