miércoles, 20 de agosto de 2014

¿CONOCES DE DIOS O CONOCES A DIOS?

A veces, nosotros, no empleamos la palabra "conocimiento" adecuadamente, ya que pensamos que conocer de la existencia de alguien y conocer a alguien directamente es el mismo concepto; pero la realidad es muy distinta a lo que creemos. Por ejemplo, escuchamos mencionar el nombre de algún actor reconocido en el mundo entero y decimos que le conocemos solo porque reconocemos su nombre o hemos visto varias de sus películas; sin embargo, la realidad es que solo conocemos de su existencia pero no a la persona directamente por lo que realmente no podemos decir que lo conocemos.
Ahora bien, en nuestra vida espiritual podemos llegar a pensar que conocemos a Dios solo porque hemos estado congregándonos por muchos años, recibiendo la palabra de Dios, sirviendo incluso al Señor; sin embargo, existe la posibilidad de que solo conozcamos de Dios y no a Dios.
LBLA 1 Samuel 2: 12 Los hijos de Elí eran hombres indignos; no conocían al Señor.
La Biblia nos enseña que Elí era un sumo sacerdote entre el pueblo de Dios; él era un hombre religioso; el cual conocía los misterios de la casa de Dios y por ser el sacerdote, era el único que tenía derecho de entrar al Lugar Santísimo una vez al año. Vemos que Elí había tenido hijos biológicos; sin embargo, aunque Eli era el sumo sacerdote, la Escritura dice que los hijos de Elí, no conocían al Señor; es decir, ellos habían crecido en una casa sacerdotal en donde el trabajo de su padre era ejercer su sacerdocio espiritual, por lo que ellos sí tenían conocimiento de Dios, pero a pesar de ese conocimiento, nunca llegaron a conocer a Dios.
Esto nos deja ver que aunque asistamos a la iglesia semanalmente, le sirvamos al Señor, seamos personas espirituales e hijos de Dios; esto no nos garantiza que nuestros hijos conozcan al Señor, pero tampoco nos garantiza que nosotros le conozcamos a Él.
Elí, siendo sacerdote y teniendo la responsabilidad de enseñarle al pueblo la ley de Dios; vemos claramente que él no se la enseñó a sus propios hijos; no les evangelizo ni instruyo en el camino correcto, por lo que sus hijos conocían de Dios pero no habían tenido una experiencia con El; por lo tanto, no conocían al Señor. De igual manera, puede estar sucediendo en nuestras casas por lo que debemos examinar si estamos velando nuestro campamento e instruyendo a nuestros hijos en la sana doctrina, como el Señor nos lo manda. Tenemos la responsabilidad de conducir a nuestros hijos a que conozcan al Señor y no solamente que conozcan de Él.
LBLA 1 Samuel 2:17 El pecado de los jóvenes era muy grande delante del Señor, porque los hombres menospreciaban la ofrenda del Señor.
Una de las maneras en las que se evidencia que no se conoce al Señor es si la persona menosprecia las ofrendas, como vemos se describe en el versículo anterior cuando dice que los hijos de Eli menospreciaban la misma.
No basta con ser el hijo de un ministro para considerar que por eso ya conocemos al Señor, el conocerle es una experiencia personal.
LBLA Jueces 2:10 También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra que Él había hecho por Israel.
Cuando vamos al contexto de este pasaje bíblico vemos que el pueblo de Israel, el cual en su peregrinar por el desierto pudo experimentar las maravillas y el poder de Dios; un pueblo que fue alimentado por Dios y al cual el Señor les entregó naciones numerosas y les dio la victoria sobre los gigantes que habitaban la tierra; ellos olvidaron la instrucción que Dios les dio a través de Moisés; al decirles que debían enseñarles a sus hijos y a los hijos de sus hijos todo lo que habían visto desde que salieron de Egipto y contarles a sus generaciones como Dios los había librado de Faraón. Ellos no pasaron la estafeta a sus generaciones por lo que ahora vemos que esta nueva generación que se levantó, no conocía al Señor.
Hoy día, hay naciones enteras que tuvieron avivamientos impresionantes, naciones que se llamaban y se consideraban cristianas y que ahora hay mayor número de ateos que de cristianos, ¿por qué sucede así?, porque ellos no instruyeron ni trasladaron el conocimiento hacia Dios a sus generaciones.
LBLA Jueces 2:11-12 Entonces los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del Señor y sirvieron a los baales, y abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de entre los dioses de los pueblos que estaban a su derredor; se postraron ante ellos y provocaron a ira al Señor.
Una de las consecuencias de no llegar a conocer a Dios es que se corre el peligro de estar haciendo lo malo delante del Señor y terminar sirviendo a otros dioses o caer en apostasía.
LBLA Isaías 1:3 El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.
Lo sucedido al pueblo de Israel es sombra y figura para nosotros, la iglesia de Cristo y vemos que ellos no conocían al Señor, que no tenían entendimiento; por lo que nosotros debemos examinar nuestro interior y ver si nosotros estamos cayendo en este mismo error en el que ellos cayeron o si realmente estamos procurando conocer al Señor en una búsqueda genuina e intimando con El.
NTV Isaías 1:3 Hasta un buey conoce a su dueño, y un burro reconoce los cuidados de su amo, pero Israel no conoce a su amo. Mi pueblo no reconoce mis cuidados a su favor.
El pueblo de Israel recibió leyes y mandamientos de parte de Dios de una manera sobrenatural; pues cuando Moisés subió al monte y el Señor le entregó las leyes fue el mismo Dedo de Dios quien escribió en tablas de piedra. La Escritura dice que el Espíritu Santo es el Dedo de Dios; sin embargo, a pesar de esa experiencia sobrenatural y tan gloriosa, aquel pueblo no conoció a su Dios.
Considerando lo que vimos de Elí, vemos que no basta con ser hijos o descendientes de un ministro o sacerdote espiritual para conocer a Dios; no basta haber sido antecedido por una generación que vio la gloria de Dios y conoció un avivamiento poderoso; sino que para llegar a conocer a Dios debemos sumergirnos en Su presencia y permanecer en una total y continua búsqueda de Su rostro en intimidad.
LBLA Jeremías 4:22 Porque mi pueblo es necio, no me conoce; hijos torpes son, no son inteligentes. Astutos son para hacer el mal, pero hacer el bien no saben.
Es Dios quien a través de Su siervo Jeremías está hablando y está diciendo que Su pueblo es necio y no le conocen. Ellos eran astutos para hacer el mal y no podían hacer el bien porque no conocían a Dios; es decir que el que no conoce a Dios, no va a poder hacer el bien. Este es un principio en la Palabra de Dios y es que para que nosotros aprendamos a hacer el bien tenemos que conocer a Dios.
LBLA Jeremías 2:8 Los sacerdotes no dijeron: "¿Dónde está el Señor?" Los que se ocupaban de la ley no me conocieron, los gobernantes se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaban por Baal, y andaban tras cosas que no aprovechan.
La degradación de este pueblo comenzó en no conocer al Señor y las consecuencias de su falta de conocimiento, dice la Biblia que fueron:
-Se rebelaron contra el Señor
-Profetizaban por Baal
-Andaban tras cosas que no aprovechan
En este pasaje bíblico ya no se nos está hablando acerca de los hijos de los sacerdotes, ni de la generación que debía recibir como herencia o legado un ministerio sacerdotal; sino que está hablando directamente de los que se ocupaban de la ley de Dios; es decir, de los maestros de la ley; los cuales a pesar de tener un alto nivel de conocimiento de la ley de Dios; ellos no llegaron a conocer al Señor.
Una de las funciones sacerdotales era enseñarle la ley al pueblo de Dios, estamos hablando de los maestros de la ley. Si nosotros vamos sumando los sinónimos de este pasaje, podemos considerar que está hablando de expertos en la ley, en la palabra de Dios; doctores, gente que se especializó en el conocimiento de la Palabra de Dios; gente que tenía la habilidad de parte de Dios para poder interpretar la Palabra del Señor. Dios dice que aún ellos, los expertos, no lo conocieron. Entonces no basta conocer, ni ser el hijo del sumo sacerdote; no basta con ser una generación que fue precedida por una generación que vio la gloria de Dios; no basta con llamarnos pueblo de Dios y no basta con que seamos expertos en el manejo de la Escritura, pues pese a tener todo esto puede ser que aún no le conozcamos a Él.
El Señor está haciendo una comparación entre lo mejor y lo excelente, porque es bueno conocer la Palabra de Dios, Su ley, Sus mandamientos, Su Escritura; pero mejor es que le conozcamos a Él, quien fue el que dio esos mandamientos, esos decretos.
Sigamos conociendo, aprendiendo, estudiando, esforcémonos en avanzar en el conocimiento de la doctrina de la Palabra, pero consideremos que existe un conocimiento que es mayor, que es el conocer a Dios. La palabra conocer es sinónimo de intimidad, la escritura dice: "y conoció Adán a Eva su mujer y ella concibió". Cuando dice que conoció a Eva no está hablando de algo superficial, allí está hablando de una intimidad. El Señor está animándonos, exhortándonos a que le conozcamos y que tengamos intimidad con Él y le conozcamos.
El Señor nos quiere llevar a una dimensión mayor de conocimiento y es llegar a conocerle a Él. El Apóstol Pablo dijo: "yo anhelo llegar a conocerle a Él" y ciertamente ya lo conocía en parte, pero sabía que había más conocimiento del Señor y dijo: "el conocimiento que tengo del Señor hasta ahora ha sido glorioso ha impactado mi vida" pero no se quería conformar, quería conocerle aún más.
LBLA Juan 14:9 Jesús le dijo*: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?
El tiempo que llevemos en el evangelio no define cuánto conocemos a Dios, es decir, no podemos jactarnos de eso, porque el hecho que tengamos 20, 30, 50 años de ser cristianos no es la garantía para decir cuánto conocemos a Dios; debido al tiempo que llevemos de congregarnos y nuestra diligencia en estudiar las Escrituras podemos decir que tenemos bastante conocimiento de Dios pero esto no significa que le conozcamos a Él.
LBLA Jeremías 9:23-24 Así dice el Señor: No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el Señor que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco —declara el Señor.
El Señor está hablando de tres clases de personas: Sabios, fuertes y ricos. El Señor dice quien tenga esas características que no se gloríe de eso, es bueno ser fuerte, poderoso, rico, pero no deben gloriarse de eso. Si nos queremos gloriar que sea porque le conocemos a Él, pues es mejor que la riqueza, que el poder y que la sabiduría. No nos gloriemos de nuestro título, nuestra carrera, nuestro apellido; gloriémonos en que conocemos a un Dios vivo, poderoso, verdadero, grande; gloriémonos que tenemos comunión, relación, experiencias continuas con El.
Uno de los caminos para llegar a conocer a Dios es por medio de pruebas, sufrimientos, padecimientos, ese es el camino doloroso.
TLA Job 42:5 Lo que antes sabía de ti era lo que me habían contado, pero ahora mis ojos te han visto, y he llegado a conocerte.
Lo que Job está diciendo en este pasaje bíblico es que antes de experimentar el trato de Dios para con su vida, él tenía conocimiento de Dios; es decir, antes él sabía quién era Dios, pero ahora conocía a Dios, la aflicción que tocó su vida le hizo tener un encuentro íntimo y personal con Dios que lo condujo a conocerlo a Él.
Algunas veces para poder conocer al Señor hay que perder algo, o experimentar situaciones que traerán mucha angustia y sufrimiento a nuestras vidas. Sin embargo cuando estamos perdiendo no nos damos cuenta que estamos ganando porque a veces lo que perdemos es el estorbo, el Señor está quitando el obstáculo, está quitando de nuestra vida aquello que impedía que le conociéramos y ahora que aquellas cosas ya no están, es más fácil llegar delante de Él, clamar, llorar delante de Él, es más fácil humillarse y decirle a un hermano que ore por nosotros y ese dolor, ese sufrimiento, esas lágrimas nos conducen a conocer a Dios. Pero no nos quedemos allí, porque la Escritura dice que podrá durar toda la noche la tristeza, pero al amanecer habrá gritos de alegría. Y esa alegría brotará de alguien que mientras lloraba tuvo un encuentro con Dios. Diremos como David: "qué bueno me fue haber sido humillado" de alguna manera su conocimiento de Dios había sido cambiado.
Si hemos escuchado que el Señor ha hecho cosas grandes y maravillosas con otras personas, gocémonos, pero digámosle que le queremos conocer, que queremos vivir en carne lo que hemos escuchado, leído, aprendido acerca de Él. Que así como sanó a los enfermos, liberó a los cautivos, multiplicó el aceite de la viuda, Él también lo puede hacer con nosotros, el mismo Dios que está en las Escrituras, que abrió el Mar Rojo, haciendo cosas extraordinarias, es el Dios que queremos conocer, no nos conformemos con lo que nos han dicho, busquemos conocerlo a Él.
La Biblia nos deja ver que hay tres formas para determinar si nosotros verdaderamente conocemos a Dios, y son las siguientes:
-El amor:
LBLA 1 Juan 4:7-8 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
Una persona que no ama a su prójimo no ha conocido a Dios; el Apóstol Juan enseña que nadie puede decir que ama a Dios al que no ve, si no ama al hermano a quien si puede ver. El amor que profesemos por nuestro prójimo es un termómetro para saber cuánto conocemos a Dios.
-La obediencia
LBLA 1 Juan 2:3-4 Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él;
Quiere decir que algunos dicen que han llegado a conocerle pero no guardan sus mandamientos y a ellos el Apóstol del amor les dice mentirosos. Quien no conoce a Dios no puede diezmar ni guardar los mandamientos del Señor.
-La santidad
LBLA 1 Juan 3:6 Todo el que permanece en El, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido.
Cuando venimos a los pies de Cristo y le recibimos como nuestro Señor y Salvador; se da inicio en nosotros el proceso de conocer de Dios y a Dios. Este conocimiento es evolutivo y en la medida que nuestro conocimiento de Dios va creciendo en nosotros dejaremos de pecar; mientras más conozcamos a Dios menos pecaremos, hasta que un día esté completo ese conocimiento y ya no volvamos a pecar más.
LBLA Oseas 6:2-3 Nos dará vida después de dos días, al tercer día nos levantará y viviremos delante de Él. Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al Señor. Su salida es tan cierta como la aurora, y El vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra.
BMN Oseas 6:2-3 Nos dará vida después de dos días, el tercer día nos levantará y viviremos delante de Él, Esforcémonos en conocer al Señor; es cierta como la aurora su venida, vendrá a nosotros como viene la lluvia, como la lluvia de primavera que fecunda la tierra.
Su venida es verdadera, está cercana, por lo tanto, como El viene pronto esforcémonos en conocerlo.
LBLA Éxodo 33:13 Ahora pues, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que me hagas conocer tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante tus ojos. Considera también que esta nación es tu pueblo.
Moisés le está diciendo al Señor que quiere llegar a conocerle; pero aún más allá de lo que ya le conocía; y entendió que para llegar a conocer al Señor debe conocer Sus caminos.
LBLA Salmos 103:7 A Moisés dio a conocer sus caminos, y a los hijos de Israel sus obras.
El Señor le concedió a Moisés el conocer Sus caminos, por lo tanto podemos decir que Moisés llegó a conocer al Señor, ese debe ser el anhelo de nuestro corazón.

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