Publicado por Carlos Roca del Equipo de Líderes Pastorales de MCN.
Apocalipsis 3:20
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y
cenaré con él, y él conmigo.
Jesús llama a tu
puerta y Él no solo quiere entrar en tu corazón sino también anhela que lo
invites a entrar a tu casa, Él quiere
hacer un milagro en tu familia.
Qué hermoso seria que nosotros hoy con anhelo
ferviente, con amor, desesperación y necesidad le podamos decir al Señor… “entra en mi casa y ocupa un lugar en mi
familia, porque existen problemas que sólo Tú puedes solucionar”.
La Biblia nos muestra en Los Evangelios que en
un ministerio que duró aproximadamente tres años, El Señor visitó casas, las
cuales tuvieron el privilegio y el honor de tenerlo como huésped y cenar con
Él.
Algunas de las casas que El Señor visitó estaban
desordenadas, de luto y tenían enfermedades muy graves. En esas casas había
personas engañadoras y fraudulentas; y es nuestra esperanza que El Señor no
escogió las casas de los perfectos, sino las casas de los menesterosos y de los
que tenían muchos problemas.
Dice la Biblia que…
“Cuando
Jesús volvió, la multitud le recibió con gozo, porque todos le habían estado
esperando”. (Lucas 8:40 LBLA)
El Señor se fue y
cuando volvió la multitud que estaba en Galilea, lo recibió con gozo porque lo
habían estado esperando, mientras la otra región lo rechazaba; esa es la
historia de muchos, y esto lo confirma el Apóstol Juan cuando dice: "....a los suyos vino y los suyos no le recibieron..."; sin embargo, nosotros sí lo hemos recibido y también hemos recibido el
derecho de ser Sus hijos; en Galilea se congregaron en la orilla esperando que
El Señor regresará, así mismo nosotros debemos estar a la espera del regreso
del Señor con gozo.
Y he aquí, llegó un hombre llamado Jairo, que
era un oficial de la sinagoga; y cayendo a los pies de Jesús le rogaba que
entrara a su casa… (Lucas 8:41 LBLA)
Vino un varón
llamado Jairo, quien postrándose a los pies de Jesús le rogaba que entrara a su casa para escuchar Su mensaje, él pensó
que postrándose a Sus pies y rogándole que fuera a su casa y no dejarlo ir,
evitaría que alguien más le quitara la bendición. Debemos estar seguros que El Señor no nos rechazará si nos postramos
a Sus pies y le pedimos que entre a nuestra casa.
“Estaba
hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle:
Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro”. (Lucas 8:49)
“Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente,
y será salva”. (Lucas 8:50)
“Al
entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la
gente que hacía alboroto”. (Mateo 9:23 RV60)
En la casa de
Jairo por lo menos habían 3 clases de personas: los que tocaban flautas, los
que hacia alboroto y un grupo de burladores; cuando El Señor declaró que la
niña no estaba muerta sino que dormía, algunos se burlaron. Cuando se habla del
alboroto se refiere a desorden que era la condición de aquella casa, donde
había personas que estaban haciendo escándalo lo hacían en un ambiente hostil y
alterado, burlándose de las cosas espirituales. También, había músicos que
tocaban melodías que llenaban el ama de tristeza y de congoja el corazón,
causando dolor en aquella casa donde la gente estaba alterada.
“Entrando en la casa, no
dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la
madre de la niña”. (Lucas 8:51)
“Y
lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está
muerta, sino que duerme”.( Lucas 8:52)
“Y se
burlaban de él, sabiendo que estaba muerta”. (Lucas 8:53)
El ambiente que se
movía en ese lugar, aparte del luto y de desorden, era de personas que no
tenían nada que hacer en ese lugar
“Pero
cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y
ella se levantó”. (Mateo 9:25 RV60)
Éste versículo nos
deja ver cómo que El Señor Jesús entró a la antesala de la casa, donde empezó a
ver el alboroto que estaba ocurriendo, esperando a que fueran echados los
alborotadores y burladores, y cuando ya habían salido, entró a la recamara
operándose el milagro. Es necesario que discernamos a la gente que convive con
nosotros, y conocer si son causa de caos y que El Señor no entre a nuestra
casa.
El milagro que
hizo en la casa de Jairo es que levantó a una niña que estaba muerta, así
mismo, cuando El Señor entra a nuestra
casa lo que causa es vida.
Podría ser que en
algunos hogares existan frutos muertos, y esto debe ser causa de alarma, porque
sabemos que el fruto del Espíritu es vida y amor. Puede ser que en nuestra casa
haya frutos que están muertos y que el fruto de la mansedumbre, paz, benignidad
se encuentren menguando; sin embargo, cuando
El señor entra a nuestra casa restaura todo lo que se está cayendo, y si
pensamos que el amor se está muriendo en nuestro matrimonio, debemos saber que El Señor es especialista en dar vida, y es
lo primero que hace al entrar a nuestra casa.
“Y
después de haber entrado en la casa, se acercaron a Él los ciegos, y Jesús les
dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le respondieron: Sí, Señor”. (Mateo 9:28 LBA)
“Entonces
les tocó los ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe”. (Mateo 9:29 LBA)
“Y se les abrieron los ojos…” (Mateo 9:30 LBA)
“Después que Jesús
entra a nuestra casa y hace un milagro, también se acercará gente con necesidad
de un milagro y tú casa será un medio para que Jesús por tu testimonio, tus
familiares, amigos y vecinos reciban un milagro”.
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