En varias
ocaciones en la biblia, percibimos la necesidad de levantar dos tipos de
altares. Uno escondido o ìntimo y otro público o testimonial; uno para Dios y
otro para las personas. El primer altar habla del testimonio que Dios da acerca
de nosotros y el segundo altar habla del testimonio que damos acerca de Dios.
Existe, sin embargo una importante secuencia a ser obedecida. El altar íntimo siempre precede al
altar del testimonio. Esta es la ley de los dos altares, o sea, antes
de ser presentados a los hombres, necesitamos presentarnos delante de Dios.
La afirmación de los hombres no vale mucho cuando no tenemos la
aprobación divina. La vida íntima con Dios siempre precede a la vida pública
con los hombres. Siempre que invertimos esta secuencia, transgredimos esta ley.
Aquí entendemos por qué tantas personas, de la misma forma que se levantan con
una apareincia que impresionan, súbitamente “desaparecen”.
Sin
vida íntima con Dios, agregamos una inconsistencia que más temprano o más tarde
nos hará víctimas de la vida pública y de la imagen que intentamos sustentar
delante de las personas.
Esta fue la terrible trasgrasión de Saúl que
descalificóncomo rey. Aún despues de desobedecer a Dios, continuaba mas
preocupado por su imagen pública, que por su situación delante de Dios.
1º Samuel 15:30 “Y él dijo: Yo he
pecado, pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y
delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios”
Sacrificando en el altar íntimo, nosotros revelamos nuestras
motivaciones, y sacrificando en el altar público, expresamos nuestros valores y
principios. Las motivaciones, por naturaleza, tienen un carácter oculto, en
tanto que nuestros valores y principios tienen un caracterevidentemente
conductal.
De
la misma forma que es fácil percibir los principios y valores de una acción, puede
ser extremadamente difícil descubrir una motivación.
David tuvo una motivación coirrecta al traer de vuelta el arca a
Jerusalen, pero actuó con el principio errado colocandola en los lomos de los
bueyes y no en los hombros de los sacerdotes.
El
principio enseña que el sacerdote carga el peso de la responsabilidad de
conducir la presencia de Dios. Este principio fue quebrado. En elprimer
tropiezo de los bueyes; Uza colocó su mano en el arca para que no esta no
cayese. Estaba intentando ayudar. Nuevamente vemos alguien muy bien
intencionado, pero quebrando un principio. El no estaba autorizado a tocar el
arca. Por más bien intencionado que David y Uza estuviesen. Uza murió
fulminado.
EL ALTAR ESCONDIDO Y EL ALTAR PÚBLICO
Mateo 6:6 “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora por a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”
Altar es el lugar donde nuestra voluntad esquebrantada y simplemente
damos a Dios todo lo que El esta pidiendo. Es un lugar de sacrificios, donde
ofrecemos a Dios algo que nos cuesta y que le es agradable y verdadero. La
palabra “sacrificio” en latin significa “tornar santo”. Todo altar es un lugar
donde somos poderosamente tocados y transformados por la voz de Dios. Este es
el más elevado principio de santificación personal.
Este altar secreto no se construye en la iglesia, o a traves de la comunión con los hermanos, sino en el cuarto, a solas con Dios. Jesús está explicando el poder de una vida devocional y de relación personal con el Padre.
En
el cuarto vamos a tener las más fuertes e intimas revelaciones y experiencias.
En el cuarto aprendemos a apoyar nuestra fe en una dependencia total de Dios y
no de las personas.
La
conciencia personal de que Dios es nuestra fuente inagotable, determina la
línea de la madurez. Muchas veces alimentamos una expectativa en las personas,
que debería ser canalizada sólo para Dios.
Esto es aceptable durante un espacio de tiempo como recien convertidos,
pero si perdura, nos podemos condenar a una vida espiritual inmadura y que
oscila de acuerdo con las circunstancias. Siempre que dependemos más de las
personas que de Dios nos exponemos a muchas decepciones que tienden a
fragilizarnos aún más.
Una vida ministerial “pública” existosa, es nada más que el efecto
espiritual de la relación personal y de la vida secreta con Dios.
EL CAMPO DE LAS OVEJAS Y EL CAMPO DE BATALLA
1ª Samuel 17:37 “Añadió David: Jehová
me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me
librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David; Vé y Jehová este
contigo
Aquí tenemos el altar solitario del campo de las ovejas precediendo el
testimonio en el campo de batalla, cuando el héroe de guerra de los filisteos,
que afrentaba al ejército de Israel, fue públicamente derrumbado.
Antes de vencer a Goliat, David en el
anonimato venció las garras de un león y de un oso. Antes de impresionarse con
la presencia intimidante del gigante, David se había impresionado con la
grandeza de Dios. En verdad, quien venció a Goliat no fue David, sino la
relación que él tenía con Dios.
El
jordán es el límite del cambio. Es cuando usted sale del desierto y pasa a
conquistar y a disfrutar de un territorio donde las promesas de Dios se van a
cumplir. ¡Del desierto, o usted sale aprobado,
usted no sale, muere!
Arrepentimiento no es solo reconocer que usted
erró, no es unicamente admitir y confesar los fracasos morales, no es solo
decir: realmente yo hice estas cosas que no debería haber hecho, lo siento
mucho. En verdad ninguna de estas situaciones define el arrepentimiento.
Confundir confesión con arrepentimiento es un grave error.
Arrepentimiento es traducido originalmente de la palabra griega “metanoia” que significa cambio de mente y propósito.
Es cuando usted resuelve mentalmente y con absoluta determinación: ¡Este
error que yo cometía, no voy a cometerlo más! ¡No voy a ceder más a las tentaciones a las que yo cedía
voluntariamente! ¡Cambié mi motivación, disposición, dirección y mentalidad!
Esta es la genuina dimensión del arrepentimiento.
El
altar público, a su vez, es el testimonio que damos de lo que Dios hizo, de
cómo El realizó el milagro del cambio de nuestras vidas. Es simplemente el
fruto de una experiencia personal e íntima con Dios.
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