(Nota Publicada por Carlos Roca del Equipo de Líderes de MCN)
“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres”.
“Y te acordarás
de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en
el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo
que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”. (Deuteronomio 8:1-2)
Introducción
En
muchas ocasiones, cuando hablamos de desierto, no nos imaginamos todo lo que
podemos aprender durante un proceso y menospreciamos lo que Dios puede hacer en
nuestras vidas. Atravesar un desierto no es fácil, pero trae cambios eternos.
Hay que tener en cuenta que Dios no nos dará algo con lo que no podamos lidiar,
ni algo que no podamos soportar. Para poder sacarle el mayor provecho a los
desiertos, aprendemos: qué son, qué nos enseñan y cómo
atravesarlos victoriosamente.
¿Qué
es un desierto?
Es
un lugar, una circunstancia, una crisis
en la vida, durante la cual se prueba de que estamos hechos. Un desierto es un
símbolo de problema, crisis, etcétera. Y cada uno de nosotros ha pasado uno en
algún momento de la vida. Por ejemplo Jesús y el pueblo de Israel.
Cuáles
son las características de un desierto?
·
Durante
el día, el calor es insoportable.
·
Por
la noche, hace mucho frío.
·
Es
un lugar de mucha soledad.
·
Es
un lugar donde se despierta una gran sed.
·
Es
un lugar donde abundan las serpientes.
¿Cuál
es el propósito por el cual nosotros pasamos por el desierto?
1.
Arraigar nuestra identidad como
hijos.
“Entonces Jesús
fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo”.
“Y después
de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre”.
“Y vino a él el tentador, y le dijo: Si
eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. (Mateo 4:1-3)
A
veces, los seres humanos depositamos nuestra confianza en las tareas que
desempeñamos o en los puestos que ocupamos. Esto nos trae una sensación de
seguridad tan grande, que se nos olvida que nuestra seguridad no debe estar
basada en lo que hacemos sino en lo que somos en Dios. Como consecuencia,
cuando nos quitan un cargo o nos destituyen por otra persona, sentimos que el
mundo se nos cae encima.
“El enemigo le estaba
sugiriendo que probara quien era, haciendo ciertas cosas, pero El le dijo que
no necesitaba hacer nada para demostrar que El es Dios”. El desierto nos cimienta, nos
arraiga en nuestra identidad como creyentes. No importa si nos mueven de
posición, si nos quitan lo que amamos o si perdemos algo valioso; nuestra
identidad está en que somos hijos de Dios.
2. Probar nuestro corazón.
Y te
acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tú Dios estos
cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que
había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. (Deuteronomio 8:2)
Cuando
una persona está bajo presión, sale a relucir a la superficie, lo que es por
dentro. Dios, algunas veces permite estos desiertos en nuestra vida, para que
nosotros mismos nos demos cuenta de lo que hay en nuestro interior, ya que la
mayoría de las veces nosotros mismos no sabemos lo que somos. Cada vez que
estemos pasando por un desierto, observemos qué es lo que sale a la superficie,
puede ser ira, rebelión, murmuración, culpabilidad, etc. Si este es el caso,
debemos cambiar nuestra actitud.
3. Prepararnos para una gran victoria.
“Guardarás,
pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y
temiéndole”.
“Porque
Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de
fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes”; “tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel”;
“tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre”.
“Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado”. Deuteronomio 8:6-10)
Al
otro lado del desierto, siempre hay una bendición grande esperándonos. Aunque
la espera sea larga y las circunstancias difíciles, tenemos esperanza. Y
dependiendo de la actitud, será el tamaño de la bendición, es exactamente lo
que le sucedió a Jesús.
4. Purificar el corazón.
En
los desiertos, es cuando realmente nos damos cuenta si buscamos a Dios por lo
que nos da, por su provisión o por lo que El es. Lamentablemente, en muchos
casos, hemos reducido a Dios a ser nuestra fuente en tiempo de necesidad. Y si
no recibimos lo que esperamos, nos
rebelamos.
Cuando
una persona se vuelve atrás, se rebela, murmura y se queja mientras está
pasando por el desierto, tenga por seguro que al buscar a Dios, irá por los
panes y los peces, y no por amor a Él.
5. Aprender obediencia.
Todo creyente que aprende a obedecer en momentos difíciles, también lo hará en momentos fáciles. Los desiertos traen a nuestra vida el deseo de obedecer a Dios incondicionalmente.
La
obediencia puede ser de dos maneras: Condicional
e incondicional. ¿Usted sabía que la mayor parte de los problemas que tiene
la gente es producto de su desobediencia a la palabra de Dios?
¿Qué
cosas nos suceden en el desierto?
·
La gente en quien confiamos nos
deja.
Los amigos, la familia, los hermanos y todas las personas con las cuales
solíamos contar, desaparecen. Algunas veces, nos enojamos contra esas personas,
pero no nos damos cuenta que es Dios quien está tratando con nosotros para que
dependamos solamente de Él.
·
Los silencios de Dios. En estos silencios, usted no
siente su presencia. En estos silencios, usted no lo ve; le parece que el cielo
es impenetrable.
“Oh Dios, no
guardes silencio; No calles, oh Dios, ni
te estés quieto”. (Salmo 83:1)
·
¿Por qué Dios calla?
Para
desarrollar nuestro carácter y nuestra confianza en Él. Aunque nosotros no lo
sintamos, Él siempre está con nosotros y todo lo que hace es por amor a sus
hijos.
“enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén” (Mateo 28:20)
Los adversarios te hacen preguntas, tales como. ¿Dónde está tu
Dios? ¿Por qué te está sucediendo esto? Y usted mismo se está haciendo esas
mismas preguntas.
Dijo Job: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré; No obstante, defenderé delante de él mis caminos”,
“Y él mismo será mi salvación, Porque no entrará en su presencia el impío. (Job 13:15-16)
¿Cuál
es la actitud que debemos tener cuando estamos pasando por un desierto?
·
Contentamiento
·
Alabanza
y adoración.
Cuando
hablamos de contentamiento, la tendencia es confundirlo con conformismo. Para
conocer la diferencia entre ambas palabras, veamos a continuación sus
significados:
·
Contentamiento – Darse por satisfecho con lo
que se tiene sin dejar de mirar lo que se puede alcanzar. En realidad, esta
palabra no tiene nada que ver con conformismo. Es aprender a estar alegre y dar
gracias en todo y por todo, teniendo la convicción en el corazón de que este
desierto es temporal, y que viene un mejor futuro.
·
Conformismo – es estar en una situación
sin tener la esperanza ni aspiraciones a cambios para mejorar el futuro. No se
conforme con su vida de oración, no se conforme con la posición en que se
encuentra en cada área de su vida, sueñe con algo mejor y pelee por
conseguirlo.
“En gran manera me gocé en el Señor de que ya
al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais
solícitos, pero os faltaba la oportunidad”. “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”.
“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:10-13)
¿Qué le sucedió al pueblo de Israel?, o sea, ¿cuál fue su actitud? La actitud que tomó el pueblo de Israel fue de queja, murmuración y rebelión. La queja y la murmuración son abominables delante de los ojos de Dios. Entre más se queje del problema, más grande se va a hacer.
“Partió
luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto
de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después
que salieron de la tierra de Egipto”.
“Y toda la
congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el
desierto”; “y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”. (Éxodo 6:1-3)
·
Alabanza y adoración. En el desierto hay que
aprender a adorar a Dios.
“Pero a
medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los
oían”.
“Entonces sobrevino de repente un
gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al
instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”. (Hechos 16:25-26)¿Cómo tenemos victoria en el desierto?
“Oídme, los
que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde
fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados”.
“Mirad a
Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más
que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué”. “Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto”. (Isaías 51:1-3)
Si nuestra actitud es de alabanza y no de queja ni murmuración, Dios abre un camino en el desierto. Debemos aprender las lecciones para no volver a pasar lo mismo.
“No os
acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He
aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra
vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. (Isaías 43:18-19)
“Porque yo
Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No
temas, yo te ayudo”. (Isaías 41:13)
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