martes, 8 de mayo de 2012

¿ESTÁS INMÓVIL EN LA PUERTA?

Nota de Carlos Roca del equipo de Líderes Pastorales de MCN)
“Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quién ponían cada día a la puerta del templo que se llamaba la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo” (Hechos 3:2)

Este hombre cojo era puesto cada día en la puerta del templo, un lugar que por su belleza era llamada ¡La Hermosa! Si un hombre tiene un horrible y feo problema, es de muy poca importancia estar en medio de un lugar bello. Una persona con un problema feo, tiene muy poca posibilidad de disfrutar o apreciar lo bello a su alrededor.

Pero no sólo eso, hay que notar que este hombre vivía en la Tierra Prometida. Sin embargo, tenía muy poca capacidad para recibir la plenitud de las promesas que otros estaban recibiendo. Por el hecho de ser cojo, no le era permitido entrar en el templo. De acuerdo a la Ley, su condición lo hacía inútil para participar de los rituales junto a hombres sanos y sin incapacidad.

Hay muchos hombres que están por llegar al lugar correcto donde deben estar, pero no han llegado allí precisamente. Ellos están lo suficientemente cerca de la iglesia para saber lo que está ocurriendo, para saber quién es quién, y qué está siendo predicado, pero no participan en el cuerpo de Cristo para poder experimentar y gozar la plenitud del poder y la provisión de Dios en sus vida.

Están inmóviles en la puerta...

Algunos de ellos incluso saben cuando arrodillarse y cuando levantar las manos. Conocen las alabanzas y saben con exactitud cuándo empieza y termina el culto. Han escuchado tantos llamados al altar que difícilmente pueden recordar cuántos han sido. Conocen el protocolo. Participan de todo ritual de la iglesia al paso y manteniendo la distancia… pero nunca penetran hasta el lugar donde pueden recibir la bendición de Dios.

¿Qué los mantiene inmóvil en la puerta? Su actitud. Ellos toman la misma actitud que tienen ante el mundo, una actitud que dice “Estoy en estas condiciones porque nadie quiere ayudarme. Estoy en este camino, porque nadie quiere ayudarme a llegar al lugar de bendición”

Ellos traen sus mentes sin renovar a la iglesia. Esperan que la iglesia los cambie y haga por ellos lo mismo que esperan de sus jefes, o del gobierno o de los trabajadores sociales. Que otros cambien el mundo donde ellos viven y les provean de todo.

Ahora bien, no es necesario ser pobre o financieramente desprovisto para tener este espíritu. Puedes ser rico, y aún así echarle la culpa por tus problemas a alguien que según tu criterio, está fallando en hacer por ti lo que crees que debiera estar haciendo. Puedes ser el propietario de un negocio muy próspero, y permanecer en una actitud de queja, culpando a tus empleados o tus competidores de mantenerte al margen del éxito que tú crees que debieras tener. Puedes ser el Líder de una iglesia y tener una actitud similar culpando a los miembros de tu iglesia por no apreciarte en la manera que piensas que debieran hacerlo.

La peor actitud en el mundo, es una actitud de queja con respecto a Dios; que tú esperas que alguien te provea aquello que solamente Dios puede proveerte, y entonces culpas a otra persona o grupo de gente por fallarte y causar tu fallo. Sólo Dios puede ser tu Fuente y tu Recurso. Y nadie, aparte de tú, puede colocarte en una relación correcta con Dios.

Si hoy te encuentras inmóvil en la puerta, por causa de tu mala actitud, ¡arrepiéntete de esa actitud! Entra al lugar donde puedes recibir la bendición de Dios para ti mismo… directamente de Dios. El camino hacia ese lugar comienza en la alabanza y la adoración.

(Fuente: Devocional de T.D.JAKES)

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