Nota publicada por Carlos Roca del Equipo de Líderes Pastorales de MCN
(Hechos 3:1-10) “Curación de un cojo”
1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora
novena, la de la oración.
2 Y era traído un hombre cojo
de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa,
para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
3 Este, cuando vio a Pedro y a
Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.
4 Pedro, con Juan, fijando en
él los ojos, le dijo: Míranos.
5 Entonces él les estuvo
atento, esperando recibir de ellos algo.
6 Mas Pedro dijo: No tengo
plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret,
levántate y anda.
7 Y tomándole por la mano
derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
8 y saltando, se puso en pie y
anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
9 Y todo el pueblo le vio
andar y alabar a Dios.
10 Y le reconocían que era el
que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se
llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.
Este hombre cojo
era puesto cada día en la puerta del templo, un lugar que por su belleza era
llamada ¡La Hermosa! Si un hombre tiene un horrible y feo problema, es de muy
poca importancia estar en medio de un lugar bello. Una persona con un problema
feo, tiene muy poca posibilidad de disfrutar o apreciar lo bello a su alrededor.
Pero no sólo eso, hay que notar que este
hombre vivía en la Tierra Prometida. Sin embargo, tenía muy poca capacidad para
recibir la plenitud de las promesas que otros estaban recibiendo. Por el hecho
de ser cojo, no le era permitido entrar en el templo. De acuerdo a la Ley, su
condición lo hacía inútil para participar de los rituales junto a hombres sanos
y sin incapacidad.
Hay muchos
hombres que están por llegar al lugar correcto donde deben estar, pero no han
llegado allí precisamente. Ellos están
lo suficientemente cerca de la iglesia para saber lo que está ocurriendo, para
saber quién es quién, y qué está siendo predicado, pero no participan en el
cuerpo de Cristo para poder experimentar y gozar la plenitud del poder y la
provisión de Dios en sus vida.
Están inmóviles
en la puerta.
Algunos de ellos incluso
saben cuando arrodillarse y cuando levantar las manos. Conocen las alabanzas y
saben con exactitud cuándo empieza y termina el culto. Han escuchado tantos
llamados al altar que difícilmente pueden recordar cuántos han sido. Conocen el
protocolo. Participan de todo ritual de la iglesia al paso y manteniendo la
distancia… pero nunca penetran hasta el
lugar donde pueden recibir la bendición de Dios.
¿Qué los mantiene
inmóvil en la puerta? Su actitud.
Ellos toman la
misma actitud que tienen ante el mundo, una actitud que dice “Estoy en estas
condiciones porque nadie quiere ayudarme a llegar al lugar de bendición”
Ellos traen sus
mentes sin renovar a la iglesia. Esperan que la iglesia los cambie y haga por
ellos lo mismo que esperan de sus jefes, o del gobierno o de los trabajadores
sociales. Que otros cambien el mundo donde ellos viven y les provean de todo.
Ahora bien, no es
necesario ser pobre o financieramente desprovisto para tener este espíritu. Puedes
ser rico, y aún así echarle la culpa por tus problemas a alguien que según tu
criterio, está fallando en hacer por ti lo que crees que debiera estar
haciendo. Puedes ser el propietario de un negocio muy próspero, y permanecer en
una actitud de queja, culpando a tus empleados o tus competidores al margen del
éxito que tú crees que debieras tener. Puedes ser el Líder de una iglesia y
tener una actitud similar culpando a los miembros de tu iglesia por no
apreciarte en la manera que piensas que debieran hacerlo.
La peor actitud
en el mundo, es una actitud de queja con respecto a Dios; que tú esperas que
alguien te provea aquello que solamente Dios puede proveerte, y entonces culpas
a otra persona o grupo de gente por fallarte y causar tu fallo.
Sólo Dios puede
ser tu Fuente y tu Recurso. Y nadie, aparte de tú, puede colocarte en una
relación correcta con Dios.
Si hoy te
encuentras inmóvil en la puerta, por causa de tu mala actitud, ¡cambia esa
actitud! Entra al lugar donde puedes recibir la bendición de Dios para ti
mismo… directamente de Dios.
I
– CUATRO CONDICIONES TRISTES DEL COJO
1.
Así había nacido. Jamás había
andado, así nacemos.
Salmos 51:5 He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
2.
Así era traído, no solo cojo
sino impotente, paralizado.
3.
Indigente, reducido a pedir
limosna, dependía de los demás.
4.
Su posición a la puerta del
templo, otros entraban; él quedaba fuera.
Hora novena:
era la del sacrificio, recuerda la cruz.
Marcos 15:34 “Y
a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi,
Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Es un cuadro del
hombre pecador, nuestra suprema necesidad.
II
– DOS MIRADAS SIGNIFICATIVAS
Pedro y Juan
vieron lo que fue, lo que era y lo que sería; ¡pobre!
El cojo obedecía,
mirando atento si caía algo de su mano.
Mira y verás que
no somos diferentes a otros. Sólo creyentes.
Mira y verás que no
poseemos riquezas humanas.
Mira y verás que tenemos
buena voluntad y simpatía por ti.
Mira y verás que
poseemos riquezas de una fe invencible.
III
– DOS DADIVAS EN CONTRASTE
Este cojo esperaba
ayuda material (momentánea) y recibió la
permanente.
La
plata y el oro son útiles, pero no lo pueden todo.
Proverbios 18:11” Las riquezas del rico son su ciudad
fortificada, Y como un muro alto en su
imaginación”.
Salmo 49:6-7 “Los que confían en sus bienes, Y de la muchedumbre de sus riquezas se
jactan”, 7 “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, Ni dar a Dios su rescate”
Pedro
y Juan no tenían dinero, pero eran ricos en fe.
Ezequiel 7:19 (Habla del fin) “Arrojarán su plata en las calles, y su oro
será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de
Jehová; no saciarán su alma, ni llenarán sus entrañas, porque ha sido tropiezo
para su maldad”.
Nombre
despreciado que Pilato puso en la cruz. Es una fortuna.
IV
– LA TRIPLE SALUD DEL COJO
1.
Salud personal (cuerpo):
afirmados sus pies (v.7)
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