Nota de Angie Acevedo del Equipo de Líderes Pastorales de MCN
Mat_5:14-15 “Vosotros sois la luz del
mundo; una ciudad asentada sobre un
monte no se puede esconder. 15. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa”.
Si buscas en un diccionario encontrarás que almud es una palabra de origen
arábigo usada para nombrar a una medida de áridos de un poco más de 4 litros…
regularmente es una pesada caja de madera (a veces en forma trunco piramidal)
que se encontraba casi en cada hogar durante los tiempos de Jesús. Un almud no
se usaba para poner dentro de él a
una luz porque el alcance de la misma quedaría muy limitada. Pero… una luz jamás se pondría debajo del almud… porque la luz se sofocaría
rápidamente al quedarse sin oxígeno
Dios dice en su Palabra que somos luz (Mateo 5.14), y así como esta fue diseñada-creada
con el propósito de iluminar, así también nosotros, hemos sido “renacidos” en
Cristo, siendo perdonados, limpiados y transformados por el poder de su Espíritu
Santo con el propósito de ser ese milagro para que los que no conocen puedan
ver la gloria de Dios a través de nosotros. Cuán grande es ver el poder de Dios
manifestarse, cuando vemos un ciego ver, un enfermo sanarse y un muerto
resucitar; comprobamos con nuestros propios ojos el testimonio del poder de
Dios. Él sí puede hacer milagros en mi cuerpo, si puede sanar mi corazón,
pero!!! El milagro más grande e importante: ¡él puede resucitar a mi espíritu!
Usando un poco la imaginación:
Me imagino como una pequeña vela tirada, sola y con su mecha apagada,
nadie se percata de mí, soy inservible porque no me están usando para lo que
fui creada. Estoy tirada esperando que alguien me note, abandonada debajo de un
mueble en la oscuridad y en medio de la mugre. ¡Pero un día impensado!, después
de esperar y de pensar que ese era mi destino, alguien se percató de mí. Me
busco y metió sus manos en medio de la mugre, me sacó y me limpió; me acomodó
en un candelero en lo más alto de la habitación y encendió la llama en mí. ¡Sí!
esto era para lo que yo había nacido… ¡para iluminar!. Qué bien se siente estar
donde tengo que estar, se que nada sería y mi llama jamás se hubiera prendido
si aquel misericordioso hombre no me hubiese encontrado.
¡Qué hermoso! Cuán glorioso que es nuestro amado Señor,
siendo yo pecador, inservible e inútil tirado en la mugre, extendió su mano y
envió a nuestro amado Jesús. Nos rescató, nos limpió a través de esa sangre
poderosa y nos iluminó la vida llenándonos con su hermoso Espíritu Santo.
Encendió la llama, encendió el fuego, su gloria transformó todo mi ser.
Ahora si pensáramos como esa vela, ¿nos gustaría quedarnos
escondidos en un rincón o como dice Mateo adentro de un cajón?. Yo creo que
esta velita desde el momento que este hombre la tomó en sus manos anhelo ser
llevada a lo más alto, para poder iluminar a todo lo que pudiera alcanzar.
Durante su corta vida, mientras su llama sigue iluminando estaría eternamente
agradecida a aquel que le dio propósito a su vida.
Lucas 6:45
El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien;
pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el
corazón habla la boca.
Proverbios 10:11
“Fuente de vida es la boca del justo…”
Es imposible parar a una persona que está plenamente feliz y
agradecida, se le nota en la cara: en su manera de hablar, en su manera de ver
las cosas, en su manera de tratar a los demás. Su corazón está lleno de
agradecimiento. Necesita hacer algo para compensar aunque sea un mínimo lo que
recibió. Así lo entendió el endemoniado gadareno como dice en Marcos 5:18, al
ser libre quedó maravillado, agradecido a tal punto que quería entregarse él
mismo en agradecimiento por lo que se había hecho en él, pero Jesús le pidió
que vaya y “se muestre” primeramente a los suyos y luego ir testificando a
todas las ciudades.
Como diríamos nosotros
en nuestro coloquio: “pedime lo que
quieras”, así respondemos cuando estamos sumamente agradecidos. Cuánto más
a nuestro amado Dios que nos dio los más importante: la vida, le diremos “pedime lo que quieras”, y el Señor nos
dirá como al gadareno “te pido que vayas y prediques de mí con tu vida, con tu
actitud y todo tu corazón: Primero, a toda tu familia y luego a todo aquel que
se te cruce en el camino.
Mateo_5:13
Vosotros sois la sal de la tierra;
pero si la sal se desvaneciere,
¿con qué será salada? No sirve
más para nada, sino para ser echada
fuera y hollada por los hombres.
Mateo 5:13 BAD »Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la
sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino
para que la gente la deseche y la pisotee”.
Por
mucho tiempo hemos sido insípidos, sin sabor sin color, faltos de gracia. Hoy
es tiempo de contaminar toda está tierra con el fuego de su Espíritu Santo. Seamos
nosotros los portadores-mensajeros de esa llama, digamos sí a lo que pidió Jesús.
Vayamos
mostremos, iluminemos…
Que
todos vean el milagro de mi transformación, mostrar como el verdadero evangelio
a impactado en mí vida y a hecho en mí un ser totalmente nuevo.
¡A
iluminar mi casa, mi familia, mi matrimonio, mis hijos!
¡A
iluminar mi barrio, mi ciudad!
¡A
iluminar mi región y mi nación!
¡A
iluminar todo un continente!
v Nota inspirada en la Prédica
del Pastor Martín Salazar, del domingo 4 de marzo del 2012.
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