Vemos en la Biblia que muchos usan como excusa los obstáculos externos (es decir, las dificultades que se presentan a su alrededor) para justificar su falta de avance; pero la realidad es que no han podido vencer obstáculos internos. Para poder progresar, lo primero que debes vencer son tus obstáculos internos. Cuando venimos a la presencia del Señor, su Luz nos ayuda a descubrir los impedimentos que hay en nuestro interior. La Biblia nos enseña que nuestra fe (aunque sea del tamaño de un grano de mostaza) se puede usar hasta para mover montañas (Lucas 17:6). Puedes mover ese obstáculo. Puedes realizar hazañas. Puedes levantarte y decirle a ese monte “quítate” y el monte se quitará. Este es tu día para vencer por completo cualquier obstáculo interno.
Obstáculo Interno 1:
“NO PUEDO HABLAR”
Pero
Moisés habló delante del SEÑOR, diciendo: He aquí, los hijos de Israel no me
han escuchado; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de palabra? (Éxodo
6:12)
Aquí Dios está enviando a Moisés a una misión, pero él
le responde que no puede porque era “torpe de palabra”. ¿Será que esa era una
excusa valedera? (porque él había sido educado apropiadamente en el palacio en
Egipto, había tenido los mejores instructores).
Es curioso que alguien que fue tan preparado como Moisés, cuando llega
el momento en que debe enfrentar su verdadero destino, piense que no puede. Muchos de los que son llamados por Dios, creen
que no tienen la habilidad. A sus
propios ojos, se ven incapaces, y ese es su obstáculo interno. Pero si Dios nos llamó debemos caminar en el
nombre de Jesús, porque Dios nos ha dado una palabra para llevarla al
necesitado y lo que a nosotros nos corresponde es abrir nuestra boca porque “Él
la llenará”.
Puede ser que desde niños nos han dicho: “Cállate”. “No tienes que hablar, porque solamente los
adultos lo hacen”. Y eso creó en
nuestro interior un ‘silencio’ que nos impide hablarle a los demás del amor de
Dios. Pero tienes que romper ese
impedimento en el nombre de Jesús. Debemos
abrir la boca y aunque hablemos tartamudos, Dios la llenará con Sus
Palabras. Si obedecemos a su mandato Él
no nos dejará avergonzados. Incluso hablaremos
en frente de reyes, presidentes, etc., como la esclava de la esposa de Naamán
el sirio, que le habló a su ama diciendo que el profeta Eliseo podía curar de
la lepra a su señor Naamán. Quizá ella
estuvo esperando el momento apropiado para hablarle, y cuando llegó el momento,
Dios no la dejó avergonzada. Ella al ser
esclava estaba en una condición inferior, pero eso no le impidió ir a
evangelizarlo deliberadamente. Muchos se
callan porque se sienten “inferiores”.
Debes vencer ese obstáculo interior, porque nos dieron la orden de
predicarles a todos. Esta mujer, siendo
israelita (del pueblo de Dios), era esclava de un militar pagano. Esto podría mirarse como una supuesta derrota. ¿Cuál es la enseñanza? Que aunque parezcamos
derrotados, no debemos dejar de hacer la obra de Dios, porque podemos hacer
grandes cosas aunque no nos estén reconociendo.
Debemos saber que la obra es de Dios y Él se encargará de que Su palabra
no regrese vacía. Como el Apóstol Pablo, que aun estando preso, seguía
predicando. No hubo nada que lo
detuviera. Jamás pensó: "ya no puedo hablar".
Obstáculo Interno 2: “SOY POBRE”.
Y el
SEÑOR lo miró, y dijo: Ve con esta tu fuerza, y libra a Israel de la mano de
los madianitas. ¿No te he enviado yo? Y él respondió: Ah Señor, ¿cómo libraré a
Israel? He aquí que mi familia es la más pobre en Manasés, y yo el menor de la
casa de mi padre. (Jueces 6:14-15 LBLA)
Primero vimos el obstáculo que presentó Moisés
diciendo que no sabía hablar, y ahora vemos a Gedeón diciendo que era pobre. A
veces Dios nos habla más de una vez y nosotros de igual forma le presentamos
más de una excusa. Pero debemos
comprender que muchos de nosotros estamos marcados para ser siervos de Dios y, hagamos
lo que hagamos, llegaremos a realizar lo que Dios nos está mandando porque esa
es nuestra naturaleza divina, y nuestro destino.
Cristo pagó nuestra salvación para que nosotros
vayamos en Su nombre a hacer todo lo que hemos sido llamados a hacer. Si no lo hacemos, el obstáculo está dentro de
nosotros y no afuera, (es decir, que no vale echarle la culpa al diablo, o a la
gente, o a las circunstancias…).
Podríamos decir que el primer enemigo es nuestro propio yo, cuando
decimos: “no puedo” ó “soy pobre”.
Es con el dinero de Dios que haremos la obra, no con
el nuestro. Dios tiene sus recursos, Él
no depende de los nuestros. El dinero de
Dios lo obtendremos conforme lo vayamos necesitando, así funciona Su Obra. No debemos ponerle excusas a Dios, solamente
tenemos que obedecerle.
CONTINUARÁ...
MCN | Misión Cristiana a las Naciones
Equipo Pastoral.